Memorial
del Presbítero José Ambrosio Llamozas, llevado a Madrid para ser presentado a
Fernando VII, Llamozas fue vicario y capellán del ejercito de Boves
Señor:
Estando
en esa corte y después de fe felicitar a V.M. de Parte del General Morillo y
Comandante Morales pedí una audiencia privada para poder cumplir mi misión en
la parte principal de dar cuenta de todo
lo ocurrido en toda la época de la revolución en Caracas como lo dice a V.M. el
nominado General Morillo, en la representación que entregue al Ministro
Universal, quien me significó haber dado ya cuenta a V.M.; pasado un mes insté
en dicha audiencia por interposición del Consejero de Estado don Juan
Escoiquiz; mas no pudiendo conseguirla ni poder llenar mi encargo a causa de
las interesantes ocupaciones de V.M., que me expuso el referido Consejero, y
viendo por otra parte que gravo mi conciencia en gran manera, forme la
representación y relación adjuntas para para presentarlas a V.M., en
cumplimiento de mi comisión de informar el estado y cosas que mereciesen su
Real atención en Las Provincias de Caracas: más obligándome el Consejo a
retirarme a mi destino con que V.M. se ha dignado agraciarme, y reflexionando
por otra parte sobre el asunto, me ha parecido que falto a los deberes de mi
encargo y a los gritos de mi conciencia, en no manifestar con sencillez y
verdad a V.M. lo que concibo y entiendo ser conducente a instruir su Real animo
dejando a la soberana autoridad y sabiduría de V.M. hacer de mi exposición el
uso que considere conveniente y en su consecuencia dirijo a V.M. la indicada
representación y relación esperando sea de su Real aprobación este paso
inspirado de mi lealtad y deseo de conservación de Las Provincias de Caracas e
intranquilidad y a todos sus habitantes reconocidos y amantes de V.M. – Nuestro
Señor guarde la Católica Real persona de
V.M. los muchos anos que le suplico para bien y felicidad de La Monarquía.
Madrid 31 de julio de 1815.
Señor:
Enviado
por los Generales Morillo y Morales para informar a V.M. de las ocurrencias de la
revolución en Caracas y estado de aquellas Provincias presento a V.M. el origen
y causas de su conmoción por el orden que han sucedido hasta el punto de
reducirlas a la obediencia de V.M.; mas como esta obra quedaría vacilante e
imperfecta si no se toman medidas para precaver otra semejante novedad me ha
parecido propio de mi encargo exponer sencillamente a V.M. las providencias que
considero necesarias para consolidar y perpetuar la tranquilidad de aquel país
y que reviva el verdadero y cordial amor que sus habitantes tenían a V.M. y
manifestaron decidida y valerosamente desde su exaltación al trono en 1808 y
noticia del pérfido proyecto de Napoleón, disposición y sentimientos leales
entibiaron y finalmente trastornaron los desaciertos de los representantes del
Gobierno, como lo evidencia la sencilla relación de los sucesos, no dudando yo
asegurar a V.M. que si se digna expedir las providencias que propongo será
eterna la gratitud, fidelidad y amor a V.M. de Las Provincias de Caracas y su
ejemplo contribuirá a la reconciliación de todas las de América.
.
Señor:
Las desgracias que por tantos años han afligido al
territorio de Venezuela, los horrores que han destrozado este hermoso país
cubriéndolo de sangre y desolación, sus pueblos desiertos, sus campos
convertidos en depósitos de restos humanos, el inocente a las puertas de la
mendicidad, viudas llorosas, padres indigentes aunque nacidos en la abundancia,
esposos sin consuelo, la orfandad y el exterminio señoreando las moradas del
pobre y el rico, el noble y el plebeyo; y por otra parte los deseos de no
volver a presenciar el desorden , la anarquía, la infidelidad de malos vasallos
y el encarnizamiento sin ejemplo, advertido constantemente en aquel teatro de
miseria y calamidades, me mueven, Señor a la conciencia y la tranquilidad de
una parte de los dominios de V.M. importante por su situación, por su
riqueza y en tiempos más felices por su
comercio, por su industria y aun por su rápida población. Todo, todo, reclama
la atención y conocimiento de V.M. que como Padre benéfico, sabio, legislador y
Rey justiciero se digne en enjugar las lágrimas de los buenos consolados ya con
ver que V.M. ocupa el trono de sus mayores donde no se acercará maledicencia,
el engaño, la adulación, el dolo, la torpe intriga que V.M. sin cesar destruye
para el bien de sus vasallos cuya felicidad ha sido constantemente mi divisa.
Sin detenerme a examinar los incidentes que causaron los sucesos ocurridos en
Caracas desde principios de 1808 hasta fines de 1809, pues estos deben acreditarse
suficientemente por la acta capitulares y demás papeles oficiales y por ello
evidenciarse la constante adhesión a V. M. de aquel vecindario contraeré mi
exposición a las ocurrencias que he presentado desde principios de1810 hasta el
mes de abril del presente año en que para desempeñar los cargos que se me
confiaron por los jefes militares de aquel ejército pase a la península a
presentarme a V.M. a la voz de todo lo ocurrido en aquellas Provincias. El
pueblo, Señor, de Caracas en todos sus pasos en cuantas operaciones se
practicaron en os años 808 y 809 no cesó de manifestar el amor y fidelidad para
con V.M.; la destrucción del enemigo general del globo, el restablecimiento de
V.M. en el trono de sus antepasados y la aniquilación de los adictos al sistema
de Napoleón formaban el deseo y el voto general de aquellos habitantes; así fue
que cuando el capitán General Don Vicente Emparan, tomó el mando de aquellas
Provincias fue común el disgusto que se ocasionó por saberse que su nombramiento había emanado
del General Murat considerándosele de consiguiente por un mal cálculo afecto al
sistema de usurpación no obstante haberse confirmado La Junta Suprema de
Sevilla en un destino para el cual se le consideró revestido de la cualidades
que exigía su alto carácter; ocupados con este sentimiento y llenos de la
confianza que les imponía el mismo celo y amor a la Real persona de V.M.
llegaron a Caracas las tristes noticias de haberse apoderado los enemigos de
Las Andalucías, haberse disuelto la Junta Central y restablecidos el primer
Consejo de Regencia que a poco tiempo comunico de oficio su instalación.
Semejantes desgracias debían causar por precisión inquietudes, agitaciones
extraordinarias y multitud de desórdenes consiguientes al modo con que llegaban
a aquel país los sucesos de la península donde inoportuna y escandalosamente se
tachaban las operaciones de La Junta Central, se la supuso criminal
presentándola a la faz de los pueblos distantes como una reunión de hombres
egoístas y mal intencionados, llegando el atrevimiento al extremo de mirarse
dentro del mismo Cádiz, no sé si se diga
con desprecio, pero al menos negándose vilmente por medios rastreros y escritos
sediciosos la autoridad deposita por la cautividad de V.M. y las circunstancias
extraordinarias de la Nación en la precitada regencia. ¿Qué consecuencias pues
debían esperarse en aquellos remotos
dominios donde la intriga podía ejercerse más impunemente y atizar con menos
riesgo la tea de la discordia? ‘La experiencia, Señor, ha demostrado cuales fueron y cuantas las
victimas consumidas por este fuego destructor’. Llena la masa general de
habitantes de sentimientos sinceros no dudaron, creyeron si, sin previsión,
como medida eficaz para la conservación de los derechos de V.M. depositar el
mando en una Junta titulada Suprema que se compuso de blancos, europeos y
criollos, los cuales por entonces ejercieron la Soberanía en nombre de V.M.
negándose a reconocer a la Regencia bajo los anteriores pretextos cuyo
desenlace yo no alcanzo a indicarlo. La Regencia entonces declaro rebeldes a
los de Caracas e inmediatamente despachó
y dió órdenes para un bloqueo presentando todo desde luego un aspecto nada
lisonjero. “Hermanos entre si y todos vasallos que defendían los derechos de
V.M. rompían tan estrechos vínculos respetando al mismo tiempo las Memoria de
V.M.”! Cuanta sangre, Señor, vertida por no haberse prevenido diestra y
pacíficamente los males a que iba a ser conducido tan hermoso país por una
pequeña porción de hombres inmorales y corrompidos!, efectivamente
despreciados, insultados porque defendían los derechos de V.M, y habían
resistido fuertemente a la invasión y aprovechándose de la sencillez de sus
compatriotas abusando de su credulidad y poco a poco en medio de un porvenir
placentero, les adormecen, les engañan, y como que tenían el ejército de la
autoridad en sus manos les fue fácil ejecutar el descabellado plan de una
independencia quimérica, que solo la maldad o más bien el egoísmo hubiera
apoyado: así fue que desde entonces se notó constantemente una eficacia
singular en ocultar la verdadera situación de la península , consiguiendo hacer
creer a los de poca precaución que sus medidas eran consiguientes a la pérdida
irreparable de aquella y sucesivamente multitud de invenciones criminales, propias
de acaloramiento y costumbres corrompidas de los que por desgracia tenían a su
disposición la fuerza como que se había
procurado colocar a la cabeza los facciosos de primera nota que debían cooperar
a su plan. Desde entonces, Señor, se arrojó la máscara con que habían ocultado
sus intenciones de las 20 las 19 partes de la población lo conocían, deseaban
por momentos el remedio, lo buscaban, que los condujese a su anterior estado de
tranquilidad: sin embargo de cuantos inconvenientes se presentaban no faltaron
sujetos de probidad, arrostrando mil peligros, y sin contar con más auxilio que
los naturales del país adictos a V.M., se atreviesen a querer vengar los
derechos de su Soberano, escandalosamente hollados por una reunión de desleales
que por lo mismo que conocían su bajeza tocaban todos los resortes capaces de
asegurar su atentado aunque fuese de apariencia.
Cuando se presentó en Caracas Francisco Miranda concolega
de Simón Bolívar, quien acabo de descorrer el velo con que aún se disfrazaban
las providencias de La Junta, y la malicia de aquellos hombres aspirantes a
mandos, por desgracia, fue descubierta la contra revolución que estaba acordada
para confundir los malvados y reponer la legítima autoridad a fines de junio
del mismo año de 1810, por un número de hijos del país, haciendo cabeza Don
José María Sánchez y ;os mismos que fueron conducidos al cadalso sellando con
su sangre la acrisolada fidelidad que formaba el único delito de aquellos
vasallos amantes de V.M.
Esta fue la primera señal del desorden y del
encarnizamiento: se apresuran a cometer toda especie de crímenes fundados en el
apoyo de su decantada libertad.
Por
todas partes ejerce la arbitrariedad el despotismo un espionaje atroz: todos
ven desaparecer la tranquilidad de sus familias, se buscan delitos, se castigan
los inocentes, prevalece la impostura y nada detiene el torrente de males en
que sumergido aquel desgraciado pueblo que dio el norte y guía de su libertad
en la entrada del General Don Domingo Monteverde, entregándose voluntariamente
sin exposición alguna todos los pueblos en masa desde Coro hasta Valencia,
componiéndose todo su ejército de los mismos hijos del país y uno que otro
europeo; dimanando esto así de que la generalidad de los habitantes no había
tenido parte en aquella novedad como que acostumbrados al gobierno español,
volvían abrasarle sin oposición todos los pueblos del interior de la provincia,
pasándose en partidas considerables y por compañías a seguir la banderas de
V.M., conforme se iba acercando el jefe español; lo que visto por Francisco
Miranda,, que era el General de los insurgentes, y desconfiando de la parte que
le quedaba, se apresuró a capitular con Monteverde en Julio de dicho año de 1812, entregándose al Gobierno español y
reconociendo de nuevo por legitimo Soberano a V.M., mediante un olvido o perdón
general de todo lo pasado; de modo que por causas nuevas solo podía procederse
contra sus autores.
Bajo esta Capitulación que aprobó la Regencia se pacifico
Caracas, lo estuvo desde julio de 1812; pero Monteverde quebrantó la
capitulación pues sin causas o delitos nuevos prendió a muchos y remitió presos a España a algunos
de los principales cabezas de la revolución de donde comenzó un disgusto grande
y se originó que Simón Bolívar uno de
los principales revolucionarios que se había fugado a Colonias, junto gente de
ellas y del Virreinato de Santa Fé y declarando guerra a muerte a los
españoles, entró en la Provincia de Caracas en 1813, publicando la
independencia y degollando a cuantos se
le oponían, sin perdonar a un solo español de cuantos caían en sus
manos, aunque estuvieran desarmado. Llegó y se apoderó de Caracas en agosto del
mismo año de 1813 habiéndola abandonado los jefes españoles que se retiraron a
Puerto Cabello.
En este estado volvió Bolívar con su ejército a lo
interior de la Provincia, batió la tropa española al mando del Capitán General
Monteverde, a la división mandada por el Mariscal de Campo Don Juan Manuel
Cagigal, y otra de que era jefe el Coronel Ceballos.
Con
estos triunfos marchaba para destruir la
división que Don José Tomas Boves había levantado en los llanos de Calabozo,
pero el valeroso Boves salió al encuentro y le derrotó en diversas batallas de cuyas resultas se refugió Bolívar con las
reliquias de su ejército en Caracas, en julio de 1814, más perseguido por las
tropas de Boves, dejo a Caracas y se marchó a las Provincias de Barcelona y
Cumaná.
Boves dejando sujeta a V.M. la Provincia de Caracas con
jefes provisionales definitivamente adictos a V.M., siguió a Bolívar y le
derrotó en la inmediaciones de Barcelona y continuo haciendo lo mismo con todas
las tropas insurgentes hasta Maturín en que se habían hecho fuertes, dieron los
enemigos una terrible batalla con fuerza muy superior a Boves que después de
una valerosa resistencia se retiró y reuniendo sus tropas acometió de nuevo al
enemigo que fue derrotado, mas con la desgracia de
morir Boves en la acción: sucedió en el mando Don Francisco Tomas Morales,
quien en sus diversos ataques logro tomar
Maturín y Güiria únicos puntos que
ocupaba el ejército insurgente.
En este estado
disponía Morales expedición para invadir la Isla de Margarita último asilo de
los sediciosos a cuyo tiempo llego la escuadra de V.M. al mando del General
Enrile con las tropas que comanda el General Morillo, a cuyas fuerzas se
entregó a discreción dicha isla el 1° de
abril de este año con cual queda pacificado todo el territorio que comprende La
Capitanía General de Caracas.
Mas para que V.M. pueda formar justa idea del estado de
desolación a que ha quedado reducido el Departamento de Venezuela, referiré
algunos pasajes ocurridos en el tiempo que lo pacifico El Comandante Boves y
los medios que adoptaba para ello. Conozco, Señor, que contristarán el sensible
y piadoso corazón de V.M., pero lo hago considerando que su conocimiento es
necesario para que V.M. pueda tomar las providencias que estime más adecuadas
al remedio de tantos males y a la permanente tranquilidad de aquel país.
El Comandante general Boves desde el principio de la
campana manifestó el sistema que se había propuesto y del cual jamás se separó:
fundabase en la destrucción de todos los blancos conservando, contemplado y
halagando a las demás castas como resulta de los hechos siguientes: en El
Guayabal, poco después de la batalla de Mosquiteros, declaró la muerte de todos
los blancos y lo ejecutó constantemente hasta el pueblo de San Mateo. Por
consecuencia de esta resolución hizo matar en Calabozo 87 blancos que pudo
aprehender y dejó lista de otros 32 para el mismo efecto y orden a la salida de
esta Villa, a su comandante militar, para que hiciese matar a todo hombre
blanco que allí llegase y que las mujeres blancas de Calabozo y pueblos
inmediatos fuesen remitidas a la Isla de Arichuna, como se ejecutó, repartiendo
las casas y bienes de los muertos y de las desterradas entre los pardos y dándoles
papeletas de propiedad. En el pueblo de Santa Rosa se mataron todos los blancos
que iban entre las compañías de los que se recogieron sin confesión, cuya misma
suerte tuvieron igualmente en el pueblo de San Mateo los que fueron a vender víveres
al ejército. Luego que Boves salió de Cumaná para Urica encontró varios blancos en las compañías que
se habían formado por su orden de las gentes nuevamente remitidas de los
pueblos y los hizo morir todos en el campo, por la noche, entre ellas a Don N.
Armas, vecino de Barcelona, a un hijo del Comandante Militar de San Mateo y al
Comandante de la misma clase de Margarita nombrado por Morales. Esta misma
conducta observó el Comandante Militar de Cumaná, Salaverría, que hizo perecer
de noche más de 200 personas blancas ocultamente y sin confesión.
La insaciable sed de sangre de Boves no estaba sólo contraída
a la de los blancos, aunque contra éstos
era más ardiente; en los campos de batalla y en los pueblos pacíficos se
cometieron por su orden horrores de que hay pocos ejemplares.
A consecuencia de haber sitiado a Valencia capituló
solemnemente con Boves quien a nombre de V.M. perdonó vidas y ofreció respetar
las propiedades y conservarlas, en cuya virtud se entregaron sus habitantes, pero
inmediatamente que entró Boves en la ciudad, hizo degollar por la noche y sin confesión
entre ochocientos a mil hombres en el cerro del Pato, saqueándola después.
Igual suerte tuvo la ciudad de Caracas que se entregó sin
hacer resistencia y en las noches que permaneció allí Boves, y después por su
orden, se sacaban porción de hombres a degollar. Luego que en 18 de agosto de
1814, se venció a la Villa de Aragua después de estar reducida a V.M., entraron
las tropas de Boves con sable en mano y algunos a caballo y dentro de la misma
Iglesia degollaron de 400 a 500 hombres, con desacato a la majestad
sacramentada que estaba presente.
Después del 16 de octubre del mismo año fue batido en las
inmediaciones de Cumaná el cuerpo de Piar que la había ocupado: dió Boves orden
a la tropa para que entrara a la ciudad
y matase cuantos hombres se encontraran, como así lo ejecutó, después de estar
aquella reducida cuando varios a caballo dentro de la Iglesia parroquial
buscando a los que en ella se habían refugiado, como lo realizaron con más de
500 en cuya operación fueron privilegiados los pardos.
Todos los habitantes, hombres, mujeres y niños de los
pueblos de San Joaquín y Santa Ana en la Provincia de Barcelona fueron
degollados en número de más de mil por
el Teniente de caballería don N. Molinet, francés, en virtud de orden de
Boves y con otra por separado de este al Sargento 1° Don Domingo Camero, para
que si Molinet no cumplía exactamente su orden, le matase Camero: estos dos
individuos tenían las ordenes originales que leí y habiéndoles reconvenido
amigablemente y suplicado que no lo ejecutasen, al menos con las mujeres y niños,
me contestaron que no podían porque peligraban sus vidas, por cuya conservación
cumplieron exactamente las ordenes de Boves y fueron incendiados los pueblos
con sus iglesias, habiendo ascendido Molinet a Capitán por su puntual desempeño .
Después que vencimos en la acción de Urica a los enemigos
de V.M. se presentaron voluntariamente 500 hombres entregando sus armas, y sin
permitirme confesarlos, los degollaron a todos en aquella misma noche.
Luego que se redujeron y tomaron por la fuerza los
pueblos de Irapa, Soro, punta de Piedras, y Güiria, en el Golfo Triste, se publicó
indulto a nombre de V.M. para que
cuantos estuviesen refugiados en los montes se presentasen, los que haciéndolo en
su virtud de 50 en 50 inmediatamente que lo ejecutaban fueron degollados en las
mismas noches en las playas de Carúpano, donde estábamos, sin que se me
permitiese confesarlos, y sin que a estos ni los anteriores se le formase causa
alguna judicial.
La conducta observada por Boves fue consiguiente a sus
palabras: continuamente recordaba a sus tropas en público su declaración de
guerra a muerte a los blancos hecha en Guayabal: siempre les repetía que los
bienes de éstos eran de los pardos. En sus cálculos militares y en su clase de
gobierno este sistema formaba una parte principal. En los llanos decían él que
no debe quedar un blanco, por dos razones: la primera por tener destinado aquel
territorio para los pardos y la segunda para asegurar su retirada en caso de
una derrota pues se fiaba de los blancos cuya compañía le desagrado siempre,
mas con los pardos comía y con él ellos formaban sus diversiones. Para
complemento de esta conducta dió órdenes de palabra y por escrito a todos los
comandantes militares para que a cuantos patriotas blancos se presentasen o
pudiesen ser aprehendidos, los matasen ocultamente sin formarles causa ni
observar alguna otra formalidad añadiéndoles siempre que sería su mejor amigo
el que más matase.
A consecuencia de este sistema han desaparecido los
blancos. En Cumaná sólo han quedado 5 ú 8 del país y aún una gran cantidad de señoras
fueron presas y remitidas a Caracas para ser conducidas después a la desértica
Isla de Arichuna.
En el mismo ejército de Boves se componía a principios de
diciembre de 1814, de 7.500 hombres sólo había de 60 a 80 soldados blancos y de
40 a 45 del mismo color entre comandantes y oficiales españoles y criollos del
mismo ejército.
Después de la toma de Maturín a mediados del expresado
mes de diciembre se siguió el mismo sistema de carnicería y mortandad que se había
observado invariablemente antes del fallecimiento de Boves. Así fue que el
Comandante Gorrín mató a 130 que aprehendió en los 4 días siguientes a la ocupación
de aquel pueblo, teniendo indistintamente la misma suerte cuantos se acogieron
y presentaron en virtud de un indulto que se publicó ofreciendo seguridad.
La insubordinación del ejército era general y
escandalosa, sin orden de ningún jefe amanecían muertos los pocos blancos pacíficos
de los pueblos, siendo voz muy común y pública entre los pardos, negros,
mulatos y zambos que le componían, el exterminio de aquella raza habiendo
varios ejemplares que comprueban esta verdad y la de su falta de disciplina y subordinación,
pues cuando se les antojaba no obedecer las órdenes de algunos comandantes y
jefes lo resistían de hecho y pedían su deposición a que accedía el comandante general Boves,
nombrando otros, que a poco tiempo experimentaban la misma suerte si trataban
de corregirlos en sus excesos . Pero, basta, Señor, recordar los estragos i
escenas de horror que han sufrido aquellas Provincias; contrayéndome ahora a
exponer a V.M. con la sencillez que me inspiran mi celo y bien de las mismas,
las providencias que considero necesarias para asegurar su tranquilidad.
1° Por la gran mortandad de españoles y de gente blanca
se compone la población de aquellas Provincias casi enteramente de negros,
mulatos, zambos y mestizos, que aspiran a alzarse con ellas por su ansia inextinguible
de ser libres los esclavos y de tener representación civil y optar a empleos
los mulatos y demás castas. Para contener sus designios parece que a más de
permanecer allí cuatro ó cinco mil hombres de tropa española se supriman las
milicias de pardos, negros y blancos recogiéndose todas las armas.
2° Que se prohíba el comercio de negros esclavos y su introducción en aquellas Provincias ó
que de permitirse sea con la precisa calidad de que a los 20 años les den sus dueños
la libertad gratuitamente, que a cada ano se dé libertad por suerte al número
de los esclavos actuales de buena conducta a que alcance el dinero que se junte
de la contribución de un 2% que se exija de los frutos y producciones de aquel
distrito: permitiendo además V.M. que de las islas Canarias, Baleares y de España
puedan trasladarse a Caracas las familias que voluntariamente quieran y a las
cuales deberán dárseles gratuitamente tierras de las muchas incultas y
realengas que hay allí.
3° Que para disminuir el número de pardos ó mulatos y
mestizos, suavizar su emulación a los blancos, y aumentar el gremio de éstos,
se conceda la gracia de que todo pardo ó mestizo que sea nieto descendiente de
legítimo matrimonio de padres y abuelos libres pase a la clase de blancos del
estado común ó llano y goce de los fueros y derechos de tal.
4° Que para los indios convertidos se catequicen mejor y
se instruyan y apliquen a la agricultura y artes, con mejor dirección que la
que se experimenta hasta el presente, todas las misiones y misioneros estén subordinados
al ordinario eclesiástico en todo lo
espiritual como lo están los curas de almas y en lo temporal pendan del vice-patrono
regio, disponiéndose que en lo sucesivo no vaya de misionero a América al que
no tenga 35 años y haya también acreditado su conducta religiosa y celosa por
la conversión de los infieles.
5° Que prohibiendo las leyes y órdenes de V.M. a los
Gobernadores, Intendentes y Ministros de las Audiencias, dar empleo en el
distrito de su mando a parientes, comensales ó criados por los graves inconvenientes
que se previeron, es evidente que se quebranta tan importante disposición de
que resultan agravios y perjuicios por la desarreglada conducta de dichos
empleados, engreídos y confiados en la protección de los Magistrados
superiores, como sus parientes o patronos cometen desaciertos, injusticias y tropelías,
de que los agraviados, ó no se atreven a dar quejas, ó no consiguen el remedio,
de donde se origina el resentimiento y descontento de los americanos con el
gobierno español y por esto conviene se reitere la referida providencia con pena de privación de empleo al Gobernador, Intendente ó Ministro de la Real Audiencia cuyos parientes, comensales, domésticos
y criados sean empleados en el distrito de su mando.
6° Otra de las causas del descontento antiguo de los
habitantes de las Provincias de Caracas, con el gobierno español, es el
desorden y abandono que hay en el Gobierno de Admon. de Justa. En todos los
pueblos del interior, siendo mayor a proporción de la distancia de la capital,
es de suponer que el Gobernador de Caracas y los de las otras Provincias
nombran sus tenientes, que con el título de Tenientes de Justicias Mayores,
gobiernan y administran justicia en los diversos partidos en que se divide cada
Provincia. Que estos jueces los mudan
los gobernadores a su arbitrio, que no tienen sueldo ni renta fija; que son
hombres legos sin instrucción en las leyes y no se les da asesor, y que no
pocas veces se dan estos empleos por dinero.
La experiencia acredita que jueces de tales
circunstancias ni saben gobernar bien los pueblos ni administran justicia, ni
tratan ni cuidan de ello, y si por lo general de adquirir por todos medios
dinero ya para mantenerse y resarcir lo dado por el empleo, y ya para hacer bolsillo
a toda prisa mediante la incertidumbre de su permanencia.
La práctica que siguen los gobernadores de Caracas es
nombrar dichos sus Tenientes al ingreso al Gobierno y luego separarlos a los
dos años y nombrar otros por cuyo método jamás toman los debidos conocimientos
de los pueblos, su vecindario, usos, costumbres, ramos de industria y demás concerniente
al bien y prosperidad común.
Comprendo que se conseguirá el remedio a estos graves
males mandando que los lugartenientes del Gobernador de Caracas y demás provincias
de su distrito, se nombren y permanezcan en el empleo los mismos años que el
Gobernador en el suyo, sin que éstos los puedan remover sin grave y justificada
causa: que los que desempeñen bien su empleo, cumplido su tiempo se les
promueva a otro. Que los tenientes de gobierno sean precisamente abogados recibidos
ó al menos tengan el Bachiller en Leyes, porque de lo contrario son incapaces
de administrar justicia en pueblos en los que no hay ni un sólo Letrado, como
sucede en casi todos los del interior de aquellas Provincias. Que a dichos
Tenientes se le señale el sueldo fijo competente sobre los propios y arbitrios
de los pueblos o los que con audiencia de éstos elija el acuerdo de La Real
Audiencia, por lo que deberá también arreglarse el número de tenientes de
Gobernador que ha de haber en cada Provincia y el partido ó distrito de cada
uno dando cuenta de todo este arreglo a V.M. para su soberana aprobación ó resolución
que sea de vuestro Real agrado.
7° Que en los casos de notoria escasez ó falta de artículos
de primera necesidad, para el consumo ordinario a causa de no llevarlos los
buques españoles, puedan introducirse en estos de colonias amigas pagando a la
Real Hacienda un 10% de extracción de frutos y un 12% de introducción de efectos,
con tal que previamente se califique la verdadera falta y necesidad por Junta
competente del Gobernador, Intendente, Regente de La Real Audiencia, Fiscal de
La Real Hacienda, dos individuos del Ayuntamiento de la Capital y su Síndico
Procurador.
Todas las anteriores providencias serán ineficaces para
el propuesto objeto de conservar en justa subordinación las Provincias de
Venezuela, si V.M. no aplica la más importante y necesaria, por la que claman años
a la razón y la justicia, aquellos habitantes y el mismo decoro y honor del Trono
y Gobierno justo de V.M. Tal es la de que para los empleos principales de
aquellas Provincias, como Gobernadores, Intendente, Ministros de Real Hacienda,
se elijan sujetos de acreditada buena conducta moral, rectos, prudentes,
desinteresados, inteligentes y prácticos en la ardua ciencia de gobernar, de
administrar justicia y de manera exacta y fielmente la Real Hacienda, pues con
toda verdad puede asegurarse que la desgracia de inobservancia de este
saludable y justo sistema es la funesta raíz y causa principal de la insurrección
de Caracas y demás países de América. –Madrid, 31 de Julio de 1815
Dr.
Josef Ambrosio Llamozas
Nota del Trascriptor:
El presente trabajo, fue transcrito tomando como base el Escrito del Presbítero
José Ambrosio Llamozas, Titulado “Memorial del Presbítero José Ambrosio
Llamozas, llevado A Madrid para ser presentado a Fernando VII.” Llamozas
fue Vicario y Capellán del Ejercito de Boves, presentado por El Doctor José Antonio de Armas Chitty en su libro “BOVES A TRAVES
DE SUS BIOGRAFOS”, Editado por La Academia Nacional de La Historia, Caracas
año 1992, Páginas 43 a 62.
En la transcripción se ha
tratado de conservar la redacción y ortografía original del texto presentado por
de Armas Chitty, salvo error ú omisión.
interesante socumento
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